La complejidad financiera aumenta. La autorización del FMI para transacciones con superávit fiscal muestra la delicada relación con el Gobierno, que debe acumular reservas para el programa de 20.000 millones de dólares. Las elecciones bonaerenses añaden incertidumbre: el peronismo ganaría holgadamente en la tercera sección, mientras que la primera es más reñida. Aunque LLA obtendría más votos, el peronismo podría fortalecerse.
Los mercados están en vilo, interpretando los resultados como un indicador de la capacidad del Gobierno para mantener su agenda económica. A diferencia de 2023, la ventaja del peronismo es menor, pero mantiene la presión sobre el oficialismo. Los analistas restan peso a los comicios como único factor económico.
El Gobierno enfrenta desafíos estructurales. Los “superávits gemelos” son inciertos: el superávit financiero se perdió y en julio habría sido un déficit de 19 billones de pesos. El superávit primario está en riesgo por la aprobación de la emergencia por discapacidad. Estas presiones fiscales, sumadas a un atraso cambiario del 20-30%, complican la acumulación de reservas y la sostenibilidad del esquema de bandas cambiarias (entre $1.000 y $1.400, con ajustes mensuales del -1% y +1%).
El “plan B”, centrado en reducir la PGNME, busca ganar tiempo. Su efectividad dependerá del ajuste, la reacción bancaria y la gestión de liquidez del BCRA.